Tuesday, April 8, 2014

Terapeuta y Orientadora Familiar

Quizás hayan pasado años, muchos años, hasta que puedes descubrir el origen de tu malestar, de tu tristeza, de tus miedos, de tu ansiedad... o la persona que colabora en mantenerlos.

Se disfraza de cariño, en ocasiones exagerado; de atenciones, con frecuencia desbordantes; en demandas que interpretas como Amor, como un Querer; celos en principio divertidos que se convierten en insoportables...

Pero un día te paras, porque has oído... porque escuchaste en la radio (o en la tele o leíste en el periódico)... porque un conocido dijo... porque encontraste un díptico en una tienda... y hablaban de ello. Entonces pudiste reaccionar: ¿qué es mi vida? ¿dispongo de ella? ¿forma parte de lo cotidiano que me insulten, que me infravaloren, que me critiquen?



El contacto con tus amistades se vuelve cada vez más y más lejano, hasta que solo te rodeas de las suyas. Tu círculo social es el Suyo, rara vez "soporta" a tu familia o personas queridas.


Te insulta y aunque supliques que cese... no escucha.

Te exige estar en casa a determinada hora.

Critica lo que haces, lo que dices, lo que piensas.

Hace bromas sobre todo lo tuyo.

Siempre hace las cosas mejor que tú.

Tú: nunca tienes razón.

Si compras algo: es caro, o innecesario, o de mala calidad...

Ante los demás: intenta demostrar que hace todo por la relación, que es quien más se esfuerza porque todo vaya bien.

Por supuesto es muy galante y educado/a... fuera de casa (allí olvida el Saber Estar)

Se ríe de ti, no contigo.

Dice que tu familia le quiere más a él/ella.

Abre tu correo -sin tu consentimiento- (porque a ti "se te olvida")

Toma decisiones por los dos ("siempre son las mejores") y no consulta.

En el coche no conduces tú ("lo haces mal")

Tus noticias necesita confirmarlas por otra persona ("no eres fiable")

Te acusa de su comportamiento en ocasiones agresivo ("eres tú quien provocas")
Si te sientes identificado/a con algunas de estas situaciones: tómate tu tiempo y piensa. Descubre si ese tipo de trato es el que quieres, por derecho natural nadie debería vivirlo.
No conoce clases sociales, sus protagonistas pueden cruzarse contigo en la calle, cualquier día, en cualquier momento... y no lo notarás.
Pero no es tarde para frenarlo, para plantarte y decidir por ti.
Defiende tu derecho a ser tratado/a con dignidad, con cariño, con respeto, mucho respeto.
Sobrevive bajo el nombre de Maltrato Psicológico, tan escurridizo como el agua, tan imperceptible como el aire, tan doloroso como el fuego.



El maltrato psicológico utiliza como vehículo el lenguaje, la palabra principalmente, pero también el lenguaje de los gestos y determinados comportamientos no violentos pero si molestos. Para ilustrar imaginemos que una persona recibe un premio y su cónyuge decide no acompañarla con el fin básico de molestarla y porque sabe lo que representa para ella.

Algunos maestros en el arte de la manipulación psicológica manejan un lenguaje ambivalente, por ejemplo a nivel verbal son corteses pero a nivel corporal y no verbal muestran rechazo, distanciamiento o disgusto ante la presencia de la víctima. La persona agredida puede tardar en captar qué es lo que está pasando y por qué se siente incómoda.

Todos sabemos lo que representa un ¿cariño? en un tono poco afectivo.
Las secuelas en la víctima de la violencia psicológica pueden ser tanto psicológicas como físicas. Una víctima puede sufrir serias enfermedades debidas a la somatización por estrés continuo en que se ha visto sometida, como por ejemplo úlceras, es decir el sistema inmunológico se debilita.



En el maltrato la consecuencia inmediata es una autoestima baja que ha de repararse mediante el apoyo psicológico y la comprensión del entorno, principalmente amistades, familia y compañeros, recuperando la sensación de competencia que antes ha sido anulada por la presión del agresor o agresora.

[…]

El maltrato psicológico como proceso puede durar años y haberse iniciado de una forma casi imperceptible, simplemente con una atención excesiva y cierta sobreprotección, que va asfixiando toda posibilidad de relación de la persona con su entorno.

Fuente: http://www.elalmanaque.com/amoryamistad/art38.htm



Niega tu personalidad. Tu vida, pensamientos y sentimientos no existen. No tienen cabida en la relación. Son de mal gusto. Los suyos no. Va dejando caer sutil o directamente tu escasa valía, tu ingenuidad y poca inteligencia, y capacidad para desenvolverte. Nunca con tales palabras. Solo aseveraciones e interrupciones. Incluso sugerencias envenenadas. A su lado pierdes todo. Sólo él “brilla”. Tú y los tuyos sois restos de feria. De segunda y tercera categoría. [….]


Su calor pende de un hilo muy frágil que en cualquier momento te puedes “cargar” si das un paso en falso. El ambiente se carga de tensión y angustia. Tus movimientos se limitan, tienes miedo a equivocarte en cualquier cosa, en no gustarle u ofenderle. Y la ansiedad te invade. Nunca estás relajada, nunca estás cómoda en su presencia, nunca más eres tú. No sabes con exactitud por qué, pero estás nerviosa día y noche. No puedes ni comer. ¿Fallaré hoy? [….]


Te niega su apoyo. Nunca tajantemente, pero te das contra un muro. Bajo apariencia de despreocupación, de relatividad de las cosas y de insultante frivolidad, él no está, no lo encuentras. Se esconde. Porque tu vida tiene que girar en torno a él y sólo a él. Tu vida no debería tener sentido si no es con él. [….]

Siempre está por encima. Cuando te ha negado como pareja, como compañera y ha bombardeado sistemáticamente tu autoestima […. ]


Monta el espectáculo. Tiene al actor principal, el decorado y multitud de desencuentros y vejaciones que han colmado tu paciencia. Nunca es directo. Nunca reconoce un error o un daño, porque él nunca se equivoca. Nunca palabras subidas de tono que le descubran, si te enfadas la culpable también eres tú. ¿La excusa? Cualquiera. Provoca que seas tú quien de el paso, una vez más la culpable. Cualquier motivo sirve: hablar claramente (cosa que él siempre evita), robarle protagonismo ante los demás (ante SU público) o simplemente ser mejor que él aunque sea sin quererlo. [….]

Fuente: http://www.mujeractual.org/demujeramujer/foro/messages/1307.html
http://vemo-feedadditives.com/es

MALTRATO PSICOLOGICO. VIOLENCIA PSICOLOGICA

Encontramos otro tipo de maltrato no ligado necesariamente a violencia física alguna, más lento, más sutil, más silente, difícil de detectar, pero no menos insidioso y a veces bastante más destructivo: el maltrato psicológico

La renovada legislación penal española de abril de 1999 reconoce el maltrato psicológico habitual como tipología delictiva en causas de violencia familiar. No obstante, pocas son las ocasiones en que puede demostrarse judicialmente su presencia y grave incidencia en la salud de la mujer maltratada.

El maltratador psicológico no usa de la fuerza de sus manos o piernas, no utiliza objetos para golpear, no agrede sexualmente. Su violencia tiene el mismo objetivo que la aplicada por medios físicos, anular y dominar a la víctima, pero sus recursos son distintos.

Prevaleciéndose de su acceso al recinto íntimo de seguridad y confianza construido en la pareja, el abusador psicológico pone en práctica un repertorio diverso de tácticas inscritas en una estrategia general de extinción progresiva de la identidad de la víctima.

A menudo enmascarado entre conductas seudoafectivas dirigidas a desorientar emocionalmente a la mujer, el abuso psicológico se encarna en desvalorizaciones; amenazas encubiertas; conductas de restricción de la libertad de la mujer; críticas y ridiculización de aspecto, iniciativas y personalidad; culpabilización y, en torno a ello, un paulatino aislamiento que reduce las probabilidades de escape de la víctima y la expone traumáticamente a un entorno deshumanizante.

El conjunto tiene un resultado acumulativo que debilita el sentido de la identidad de la víctima, desposeyéndola de referentes y minando subrepticiamente la capacidad de inserción equilibrada en su propio entorno vital.

La integridad psicológica de la mujer abusada se fragmenta y ella comienza a sentirse insignificante, pequeña, avergonzada de ser y existir.

Fuente: http://www.nodo50.org/mujeresred/violencia-amontero-maltrato_psicologico.html
http://vemo-feedadditives.com/es



El psicoterapeuta Luis Bonino, especialista desde hace más de tres lustros en masculinidad y relaciones de género, ha elaborado una clasificación que identifica conductas para intentar conseguir la dominación:

 * Intimidación.

 * Toma repentina del mando: tomar decisiones sin consultar, monopolizar.

 * La apelación al argumento de la lógica y la “razón” para imponer ideas o elecciones.

 * La insistencia abusiva, a fin de obtener por agotamiento lo que desea a cambio de un poco de “paz”.

 * El control del dinero.

 * El uso expansivo del espacio físico.

 * La maternalización de la mujer, es decir, la creación de condiciones para que ésta dé prioridad al cuidado de las otras personas.

 * La manipulación emocional, que genera en la mujer dudas sobre sí misma y propicia sentimientos negativos y de dependencia.

 * Las descalificaciones que conllevan la indefensión.

 * La desautorización y desvalorización que generan sentimientos de inferioridad.

 * El paternalismo desde el que se trata a la mujer como si fuera una niña.

 * La falta de intimidad.

 * El distanciamiento. Las mentiras, el incumplimiento de promesas...

 * La autoindulgencia con la que elude el maltratador su propia responsabilidad.

 * El intento de generar lástima a través de comportamientos autolesivos o amenazas de suicidio.

Retrato de una mujer objeto de maltratos psicológicos. Síntomas y manifestaciones:

 * Dolores de espalda y articulaciones.

 * Irritabilidad.

 * Cefaleas.

 * Insomnio.

 * Fatiga permanente.

 * Tristeza, ánimo deprimido y ganas de llorar sin motivo aparente.

 * Ansiedad y angustia.

 * Inapetencia sexual.

Actitud:

 * Sensación de vergüenza.

 * Sentimiento de culpa.

 * Temor generalizado.

 * Mantenimiento de una mirada huidiza.

 * Dejadez social y escasez comunicativa: explicaciones vagas y confusas.

Señales de alerta de conductas que evidencian o derivan hacia el maltrato psicológico (Según el psiquiatra Murphy y O’Leary ):

 * Ignora los sentimientos de la pareja.

 * Ridiculiza o insulta a las mujeres como grupo.

 * Ridiculiza o insulta la mayoría de los valores, creencias, religión, raza, herencia o clase de la pareja.

 * Utiliza su visto bueno, aprecio o afecto como castigo.

 * Continuamente le critica, le insulta o le grita.

 * Le humilla en privado y/o en público.

 * Rechaza mantener relaciones sociales en su compañía.

 * Controla el dinero y todas las decisiones.

 * Rechaza compartir el dinero o que usted trabaje.

 * No permite su acceso al dinero o a las llaves del coche u otros bienes.

 * Con frecuencia le amenaza con abandonarla o dice que se va.

 * Le amenaza con hacerle daño a usted o a su familia.

 * Castiga o maltrata a los niños cuando está enfadado con usted.

 * Amenaza con secuestrar o llevarse a los niños si usted lo abandona.

 * Abusa, tortura, mata a los animales domésticos para hacerle daño.

 * Le acosa con asuntos que él imagina que usted está haciendo.

 * Le manipula con mentiras y contradicciones.

 * Destruye los muebles, hace destrozos en las paredes o rompe útiles domésticos durante las discusiones con usted.

 * Maneja armas de forma amenazante.

Fuente: http://revista.consumer.es/web/es/20050201/interiormente/



Marta Bravo Herreros

VIOLENCIA PSICOLOGICA

Ana Martín Vázquez
Psicóloga Clínica

¿Qué se entiende por Violencia Doméstica?

Por violencia doméstica nos referimos al maltrato habitual de tipo psicológico, sexual o físico que una persona profiere a otra en el ámbito familiar. Según esta definición el maltrato se puede producir a niños, mujeres, ancianos u hombres. En este artículo nos vamos a ceñir a los casos de mujeres maltratadas, dada la atención social que esta problemática está suscitando en los últimos años.
La violencia doméstica constituye un problema mundial, sin fronteras, que afecta a millones de mujeres, según revelan los informes de diversos organismos internacionales como UNICEF o la ONU. En función de los datos actuales, se estima que alrededor de 400.000 mujeres podrían ser víctimas de malos tratos físicos en España, si bien, y considerando las circunstancias que rodean a la mujer maltratada, esta cifra podría ser muy inferior a la real.
De los tres tipos de malos tratos a los que nos hemos referido, el físico es el más evidente. Entre otras acciones el agresor puede golpear, tirar del pelo y agredir con objetos a la mujer.
El maltrato psicológico aparece, por lo general, antes del físico. Comienza con insultos, prosigue con intimidaciones, desprecios y, en última instancia, con el aislamiento de la víctima, hasta llegar a convencerla de que es merecedora de las agresiones que pueda recibir, con lo que el agresor se asegura de que la agredida no comunicará lo que sucede o la situación que padece. Muchas víctimas de la violencia doméstica definen este tipo de maltrato como peor que el físico. Los cardenales y los golpes desaparecen con el tiempo, las cicatrices del maltrato psicológico pueden no desaparecer nunca.
Entendemos por violencia sexual la imposición por una de las partes de la pareja sobre la otra, mediante intimidación o agresión, de la realización del acto sexual en cualesquiera de sus formas. Otras formas de coartar la libertad sexual que se pueden cometer con cierta frecuencia son: obligarla a tomar o no tomar anticonceptivos; someterse, o no, a abortos, etc.




¿Qué tipo de mujer puede ser objeto de malos tratos?
Las mujeres objeto de violencia doméstica pueden pertenecer a cualquier cultura, religión o grupo de edad y disponer, o no, de ingresos. Tampoco existe un mayor número de víctimas en un estatus social determinado.
La violencia doméstica puede presentarse, independientemente de la situación social y de relación en la que se encuentra la pareja. De tal forma, las parejas en las que se presenta este tipo de conducta pueden estar expuestas al "acontecimiento violento", tanto durante el noviazgo como en el matrimonio, o incluso, una vez separados o divorciados. Si bien la agresión se puede presentar en cualquiera de estas fases, cuando aparecen en una fase inicial (por ejemplo en el noviazgo), reaparece o se manifiesta de nuevo en las siguientes.
En los casos de los maltratadores más violentos, los malos tratos físicos comienzan durante el embarazo.


Algunas mujeres podrían tener problemas de autoestima anteriores a su relación con el agresor o provenir de hogares desestructurados, donde ya sus madres fueron víctimas de agresiones, lo que hace que ellas lleguen a esta situación por no detectar las fases agresivas iniciales.
Como producto de la situación por la que han pasado, parecen tener en común sentimientos de miedo, impotencia, aislamiento, culpa y vergüenza.






¿Por qué toleran durante años esta situación?

El maltratador procura que la persona agredida dependa tanto económica como anímicamente de él. Bien con amenazas directas, agresiones o por la compleja sensación de dependencia que crea en la víctima, se asegura de convencerla de que no existe escapatoria posible. Y no sólo la convence, sino que se encarga de demostrárselo, frustrando cualquier iniciativa de solicitud ayuda o escape a su control. Finalmente, logra que la mujer "aprenda" que cualquier intento por evitar la situación de maltrato es inútil.
Imagínese el lector a una persona que permanece en casa las 24 horas del día. No sale a trabajar y nadie la llama pues ya no tiene amigos. La familia tampoco tiene mucho contacto con ella. Cuando sale a la compra no se puede entretener pues él controla sus movimientos, o le da tiempos limitados para que lo haga. Tiene que tener la casa perfecta, la comida a su hora, y ésta no se puede quemar, o estar fría, pues "cualquier error que ella cometa" desencadenará las conductas agresivas de su compañero. Aún así, tras pasarse todo el día intentando evitar que algo le pueda molestar cuando llegue a casa, él encontrará una excusa. Quizá al partir el pan una miga ha caído en su vaso, o el niño no se come la comida lo suficientemente rápido o lo suficientemente despacio…Ella no lo controla, no lo puede prever o evitar, sólo puede esperar que suceda…Que él salte…Por lo que aunque no ocurra nada, el miedo a que suceda algo es constante. La tensión se palpa en el ambiente. Y, finalmente, sucede.


El agresor se encarga de recordarle sensaciones, situaciones o miedos como los siguientes:

Está sola.
Su familia no la cree.
No tiene amigos.
Nadie la va a creer, ni escuchar: todos saben que está loca.
No tiene dinero.
Si ni siquiera sabe llevar una casa, como va a poder desenvolverse en la vida.
No tiene trabajo o el que tiene es insuficiente para cubrir sus necesidades.
Legalmente él se quedará con los niños, ¿cómo va a pagar ella a los abogados?
Ella no es nadie sin él. Es una inútil que no vale para nada.
Ya lo ha intentado otras veces y siempre ha vuelto, o la ha encontrado.
De qué va a huir, si ella tiene la culpa de que él reaccione de esa manera.
Su religión o sus creencias dicen que debe servir a su marido: ¿va a traicionarlas?
Va a destrozarle la vida a sus hijos.
Va a demostrarle a sus padres que nunca ha valido para nada, si no sabe siquiera mantener a su marido.
Si te vas, te encontraré y te mataré.
Si te vas, recuerda que sé donde vive tu familia.
Si me denuncias, saldré pronto y te encontraré.
Si dices algo a alguien, atente a las consecuencias.
Procura que tus padres se estén quietecitos, o lo pagarás.
¿Crees que el juez te va a creer?




En los casos en los que la mujer es de otra nacionalidad, se la puede amenazar con que la van expulsar o va a perder la residencia.
En otras situaciones la dependencia es puramente afectiva. La persona agredida tiene una falsa idea de lo que es el amor, y entiende estas explosiones de ira como afecto. Excusa el comportamiento de su pareja, dice que vuelve con él porque le quiere y porque él la necesita.
Otras veces es la propia familia de la víctima la que la anima a permanecer en esa situación, excusando el comportamiento del agresor en una mala racha, un mal momento, una situación difícil. Él les resulta encantador, sacrificado, sumamente preocupado por su hija y su familia, pero es que ella le provoca…
Como resultado, la víctima actúa de la forma que considera mejor para su seguridad y la de sus hijos: se queda con el agresor. Abandonarle requiere un valor que ellas no son capaces de encontrar. Sólo cuando en el transcurso de una pelea la víctima se ha visto al borde de la muerte, se decide a denunciar.




¿Cómo es el agresor?

Los agresores suelen tener en común una baja autoestima, lo que les produce frustración y la forma de aliviar su frustración es ser agresivos. Creen firmemente que ejercer poder o control sobre la mujer les hace más "machos". Cualquier gesto, comentario o actitud que ellos consideren que puede disminuir su autoridad o dignidad, será respondido con violencia.
Son personas que no van a cambiar. Necesitan ayuda, pero no lo reconocen ni lo van a aceptar jamás. Consideran que el problema lo tienen ellas.






Un grupo de psicólogos de la Universidad de Arkansas, dirigidos por Jeffrey Lohr, dedicados al estudio de la violencia doméstica, distingue tres tipos de hombres que agreden a sus parejas:
Aquellos con bastantes características psicopáticas, que muestran una profunda falta de compasión y un escaso control de sus impulsos. Con frecuencia tienen problemas con la ley, tienden a abusar de las drogas y el alcohol y sufrieron abusos en su niñez.
Hombres sin desórdenes de personalidad específicos, ni tendencias psicópatas, pero que parecen estar constantemente enfadados y ser infelices. También tienen problemas de abuso de substancias y cuentan con una larga historia criminal.


El último prototipo es el hombre que no parece tener ninguna anomalía en su personalidad y que reserva el uso de la violencia a la intimidad del hogar. Son personas "encantadoras" en su trabajo, con los familiares, los amigos y los vecinos, pero en su casa se convierten en agresivos.




Artículo:

http://www.saludalia.com/docs/Salud/web_saludalia/vivir_sano/doc/psicologia/doc/doc_violencia_domestica.htm

"El Perverso Narcisista" : El perverso destruye con sonrisas"

Entrevista con Marie-France Hirigoyen: "El perverso destruye con sonrisas"
IMA SANCHIS, La Vanguardia


Marie-France Hirigoyen es una médico psiquiatra, psicoanalista y psicoterapeuta de familia especializada en la terapia del acoso moral o acoso psicológico.

Se especializó en el estudio de todas las formas de violencia: familiar, perversa y sexual. Inicia en 1985 seminarios y conferencias sobre gestión del stress. Se forma paralelamente en Victimología, (estudia en Estados Unidos, en la especialidad de Victimología, una rama de la Criminología que analiza las secuelas psíquicas en las personas que han sufrido atentados o agresiones diversas)

El best seller El acoso moral, traducido a 24 idiomas, centraba su investigación en la violencia psicológica.



Tengo más de 50 años. Nací en una pequeña ciudad de provincias de Francia y vivo en París. Estoy divorciada y tengo dos hijos. Soy de izquierdas y me concierne el sufrimiento de los individuos. Nací en la religión católica,pero sólo creo en el hombre. Trabajo demasiado. Mi primer libro, "El acoso moral" (Paidós), lleva tres ediciones


Muchos años de consulta viendo gente psicológicamente anulada le llevaron a percibir el error:

"El psicoanálisis sólo considera lo que ocurre en la cabeza de un individuo y si éste se deja agredir mentalmente es un cómplice masoquista. Pero eso no es cierto, hay un agresor real que lo ha hecho pedazos".

Y advierte: "Cuidado!; con el pretexto de la tolerancia nos volvemos indulgentes". En estos tiempos en los que el más admirado es el que sabe disfrutar más y sufrir menos proliferan los perversos, gente sin escrúpulos que se engrandece destruyendo a otros.

Individuos ávidos de aprobación y admiración, manipuladores natos que primero seducen y luego vampirizan. "Siga mi consejo: Apártelos de su vida. No tienen remedio"

Se puede destruir a alguien sólo con palabras?
Si. con burlas, sarcasmos, rumores, miradas e insinuaciones; es lo que se llama "acoso moral", y se da en la familia, la empresa y la pareja.

Quiénes son los acosadores?
Los perversos son gente que quiere poder y que no tiene escrúpulos en utilizar a los otros, que para ellos no son más que objetos.

Y cómo son las víctimas?
Personas que sienten compasión por los otros y que son muy dinámicas. Poco a poco pierden su dinamismo y entran en la confusión y el desequilibrio al no entender el comportamiento del perverso.

Los perversos utilizan a los débiles?
No. Sus víctimas suelen tener una fuerte personalidad e inteligencia, por eso quedan atrapadas en las redes del juego del perverso que disfruta con la destrucción moral.


Un acosador moral nace o se hace?
Suelen ser personas que en su infancia han sido tratadas como objetos: o bien mal tratados, o bien idolatrados por la madre.

Son enfermos?
No, mientras tienen una víctima en la que descargar su perversión ellos están perfectamente equilibrados.

Son felices?
Son crueles, no tienen emociones, sólo les interesa la apariencia y en el fondo nunca están contentos. Necesitan a los otros.

Como chupasangres?
Exacto, toman la vida, la fuerza y la alegría de los otros porque por ellos mismos no son felices, ni capaces de desenvolverse.

Cuál es el proceder de un perverso?
Destrucción sistemática de otra persona durante un largo periodo mediante sobreentendidos, alusiones, descalificación, desprecio, vacío. Una sutil estrategia para confundir al otro. Y si el otro se queja, el perverso lo acusa de susceptible. Siempre niegan el conflicto. Si no hay culpa, no hay sufrimiento. Por qué se cae en sus redes?
Además de ser muy seductores, se muestran débiles, sensibles y necesitados, y nos volcamos para ayudarles. Utilizan hábilmente el lenguaje para confundir al otro.

Cómo?
Dan mensajes contradictorios; no terminan las frases y están llenos de insinuaciones, de manera que el otro nunca está seguro de lo que sienten. A menudo mienten.

Y son conscientes?
No, actúan así para sobrevivir, porque tienen la impresión de que están en peligro. Pero saben cuándo exceden los límites. Jamás usan un comportamiento violento si se saben observados.



Son envidiosos?
Mucho, ese sentimiento les hace avanzar: la sensación de que el otro posee lo que ellos no tienen. Pero su inteligencia es estratégica y destruyen con sonrisas.

Son pelotas?
Siempre se someten a la autoridad. Son sumisos con el poder aunque lo critiquen.

Tienen sentido del humor?
Son más bien sarcásticos y pueden ser muy ácidos. Y tienen fobia al compromiso, a todo lo que les puede vincular a otro: matrimonio, hijos... Temen ser invadidos.

Pobres, ¿tienen cura?
No. Mientras tienen una víctima no se deprimen y no tienen problemas de conciencia, así que jamás acuden a un especialista.

Son tenaces con sus víctimas?
-Muy tenaces, les interesa que la víctima permanezca junto a ellos porque la necesitan. Si les abandona se sienten mal, pero tienden a buscar rápidamente a otra.


Cuál es la visión del mundo del perverso?
Sólo le interesa el poder y el reconocimiento social, pero lo disimula, se queja a menudo de la vida y es muy negativo.
Si leen esta entrevista, se reconocerán?
No, verán a otros reflejados. Pero la gente de su entorno si los reconocerá.

Cómo sacárselos de encima?
Es muy difícil porque el agresor nunca abandona a su víctima, y cuando ésta intenta marcharse la culpabiliza.

Y si es un inevitable compañero de trabajo. ¿cómo convivir?
Entendiendo que su comportamiento es patológico y que no va a cambiar. Si no puede apartarse de él, utilice la política del pato.
Del pato?


Que todos los insultos y humillaciones te resbalen. Nunca hay que entrar en su juego: la escalada de violencia. El agresor pretende que la víctima se convierta también en agresor. Intenta invertir aparentemente la situación y demostrar que el otro es el violento. Muy malos!
Otro placer de los perversos es hacer perder a la víctima su sentido moral.

Cómo curar a una víctima?
Normalmente hace falta que otra persona le haga ver qué tipo de relación tiene; que pierda el sentimiento de culpa y recupere la confianza en sí misma.
El agresor se ha dedicado a hacerle sentir que no es nadie, que es un incompetente, y las personas quedan muy maltrechas en su amor propio. Así que si percibe actitudes perversas, denúncielas.

Hace falta un especialista?
Si, porque es muy importante mostrar a la víctima cuál es su punto débil, eso es lo que le ha hecho caer en manos del acosador.

Y cuál suele ser el punto débil?
Una falta de confianza en uno mismo por una herida de la infancia. El perverso es muy hábil percibiendo la fragilidad del otro.

Cómo defenderse legalmente?
Lo más importante es educar en decir no y formar especialistas que puedan intervenir. En el mundo laboral hay que crear una ley contra el acoso moral y estamos en ello.


IMA SANCHIS, La Vanguardia


Fuente: http://juliaardon.blogspot.com/2006/03/entrevista-de-ima-sanchs-con-marie.html
http://vemo-feedadditives.com/es

"CUALQUIERA PUEDE SER VÍCTIMA DE UN PERVERSO"

MARIE-FRANCE HIRIGOYEN, PSICOLOGA "Cualquiera puede ser víctima de un perverso" Alta peligrosidad. ¿Quién no se chocó alguna vez con alguien que hacia todo por complicarte la vida? Esa experiencia sumamente traumática fue bautizada como "acoso moral" por la psiquiatra y psicoanalista Marie-France Hirigoyen.

Por ANA LAURA PÉREZ. De la Redacción de Clarín.



A partir de su experiencia como terapeuta y experta en victimología en Francia y los EE.UU. (donde se especializó en la atención de quienes sufrieron ataques de asesinos seriales) encontró notables parecidos entre las secuelas que padecen las personas que fueron agredidas o violadas y las sometidas al maltrato psicológico. Este fenómeno, que por sus características epidémicas preocupa a sanitaristas y sindicatos, debe ser prevenido ya que puede empujar a la víctima al suicidio, advierte. Hirigoyen, quien visitó el país para presentar su libro "El acoso moral" (Paidós) adjudica su fama al haber hecho público un problema que millones de trabajadores soportan en privado. Desde hace algún tiempo -y a partir de un libro suyo- se comenzó a hablar del "acoso moral" como el maltrato que sufren en sus empleos millones de trabajadores.



¿Cómo lo define usted?

-El acoso moral consiste en procedimientos abusivos, palabras o sobreentendidos, gestos y miradas que, por su frecuencia o sistematización afectan la integridad psíquica o física de una persona. Son procedimientos sutiles, que parecen menores o poco relevantes y que, al ser repetidos, se convierten en altamente destructivos para quien los sufre.


¿Qué características tiene el acosador moral? -Hay que aclarar que cualquiera puede tener este tipo de comportamiento cada tanto, pero si no somos perversos, tomamos conciencia de que exageramos, pedimos disculpas o nos sentimos molestos e incómodos con nosotros mismos. Sin embargo, hay otros individuos -a los que se denomina perversos narcisistas, para diferenciarlos de los perversos sexuales- que no consideran a los otros como personas sino como objetos. Un perverso sexual utiliza a los otros sexualmente y un perverso moral utiliza a los otros para su propia existencia con el objetivo de llegar al poder. Los personas narcisistas son personas que podrían haber sido grandes enfermos mentales o psicóticos pero que escapan a la enfermedad mental gracias a su inteligencia y su adaptabilidad a la sociedad. Son personas que además tienen mucho éxito en la vida profesional porque carecen de escrúpulos: pueden aplastar a los otros, mentir y falsificar con total aplomo.



¿No es exagerado afirmar -como usted en su libro- que hay parecidos entre acosadores morales y asesinos seriales?

-No, partí del estudio de los asesinos seriales para escribir el libro pero comprobé que entre unos y otros se daba la misma forma de proceder. Entre los asesinos seriales hay dos tipos: psicóticos, que son verdaderos enfermos mentales, y perversos narcisistas, que quieren sobresalir y no soportan que la persona que tienen delante sea un ser humano que sufre y que reacciona. Los asesinos seriales -una vez que empezaron y vieron que su perversión funciona- persisten compulsivamente en esa actitud. Y ése es el punto común con los perversos narcisistas. Estos son sólo menos destructivos y, más que matara alguien, van a ingeniárselas para que la persona se mate por enfermedad o suicidio. Empujar a una persona al suicidio es el mayor éxito de un perverso.



¿Las víctimas tienen, como sus victimarios, características comunes?

-En primer lugar, hay que aclarar que cualquiera de nosotros puede ser victima de un perverso. No hay que creer que existe un perfil que predestine a la posición de víctima porque eso implicaría decir que las víctimas son masoquistas y el agresor diría: "se lo merece". No estoy de acuerdo con eso. Simplemente, hay personas que se defienden mejor que otras y hay personas que sufren más que otras. Las personas que caen más en la trampa son escrupulosos que ponen muchas expectativas en su tarea. Quieren dar una buena imagen, se culpan si les dicen que el trabajo no está bien hecho y, sin duda, no tienen una gran autoestima. Cuando el otro les dice que no tienen valor, que son malos e incapaces, no están seguros de que no sea cierto. El agresor engancha a la víctima porque se niega a cargar con la culpa de lo que hace y todo lo que le sale mal es culpa de la víctima.



¿Qué estrategias se recomienda desarrollara las víctimas para defenderse o neutralizara un perverso narcisista?

-Primero hay que buscar ayuda porque cuando alguien está en una posición de víctima está bajo el dominio de otro y pierde la noción de normalidad. Es fundamental poder hablar con alguien a pesar de que, como todas las victimas, las personas tienen vergüenza y se sienten humilladas. Como paso siguiente, hay que conversar del problema con alguien del trabajo.



¿Cómo hace alguien acosado en su empleo para tratar allí su problema?

-En el trabajo es difícil porque si los compañeros toman partido por la víctima corren el riesgo de convertirse en victimas también. En consecuencia, hay que tratar de encontrar apoyo en la familia, los amigos y un psicólogo, porque para poder armar una buena defensa es muy importante estar en buen estado psicológico. Además, hay que hacer consultas jurídicas para saber cuáles son nuestros derechos, cómo se puede hacer para defenderse y al mismo tiempo cómo y qué pruebas acumular.



¿Cómo hacer para juntar pruebas cuando los ataques son, por definición, poco evidentes? -Coincido en que son agresiones sutiles y por lo tanto es muy difícil tener pruebas. Por eso hay que anotar todos los insultos y signos de humillación en un cuaderno para que haya un documento que pruebe la repetición de esas agresiones.



¿Los vínculos laborales perversos nacen únicamente por patologías individuales? ¿No influyen en ellos el contexto económico y la degradación creciente de las condiciones laborales?

-En el mundo del trabajo el fenómeno existió siempre pero quedó expuesto con crudeza al empeorar las condiciones laborales, aumentar el estrés y crecer entre los asalariados la sensación de no ser respetados ni escuchados. La desaparición y debilitamiento de los sindicatos, la pérdida de lazos solidarios por la fragmentación o individuación de las tareas aisló a la gente y le quitó medios para defenderse. Además, muchas empresas e instituciones -por un criterio totalmente erróneo- fomentan la rivalidad de los empleados para aumentar la competitividad e incitan a las personas a tener comportamientos perversos.

Si los acosadores alteran la capacidad productiva de los trabajadores, ¿por qué las empresas tienden a respaldarlos?

-En primer lugar, las empresas no ven que las malas actitudes de algunos disminuyan la productividad del resto de los empleados. Por otra parte, los individuos perversos son en general individuos seductores, hábiles, crean la ilusión de ser eficaces y, usualmente, son competentes profesionalmente. Y las empresas tienden a privilegiar a las personas que obtienen resultados aunque no respeten a sus pares. A muchas empresas les importa poco cómo tratan a los empleados si la cosa funciona. Es común escuchar a los directivos del sector privado decir: "El problema existe, pero no en esta empresa".

¿Hay trabajos o actividades más propensos a aceptar o generar actitudes perversas en los trabajadores?

-Sí. De manera muy nítida en aquellos lugares donde se puede tener poder rápidamente. Por ejemplo, en las asociaciones con fines humanitarios, donde no hay ganancias pero hay poder. Lo que pude ver es que el acoso no se hace de la misma forma en el sector privado y en el público. En el sector privado el acoso avanza más rápido, es más violento y evidente pero siempre hay una salida, buena o mala. A veces un despido, otras un juicio o una conciliación. En la administración pública, en cambio, la jerarquía es más pesada y la burocracia complica el despido de personal. Por lo tanto, el acoso dura mucho más tiempo, es más insidioso y no tiene salidas, lo que hace que, en definitiva, la gente se desestabilice mucho y le cueste más reponerse y sanar.

En Argentina, donde buena parte del aparato estatal se integra en base a amistades y vínculos políticos, ¿la permeabilidad a situaciones laborales enfermizas puede ser mayor que en otros lugares de trabajo?

-No diría que los políticos tengan un funcionamiento más perverso. Lo que creo es que el poder favorece actitudes perversas y, también, que el acoso puede instalarse con mayor facilidad cuando hay algo oculto. Si hay algo evidente para reprocharle a alguien, no hay necesidad de acosarlo. Se le dice: "Esto no marcha", se le aplica una sanción y se acabó el problema. El acoso es una forma de decir sin decir, de desestabilizara alguien cuando no hay nada para reprocharle. Entonces, cuando en algunas administraciones hay corrupción o abuso de bienes públicos se tiende a señalar a alguien como chivo expiatorio que es, en general, la persona que habla o no acepta esas reglas de juego.

¿Porqué, siendo el acoso moral un fenómeno tan nocivo, faltan leyes que lo sancionen? -Aunque hubiera una ley es difícil castigar el acoso porque rara vez hay pruebas. En los países donde hay una ley -Suecia, Suiza, Alemania y Canadá- hay que aportar la prueba de las agresiones. Y cuando hay una ley los individuos perversos se vuelven todavía más sutiles y más hábiles.


Como asesora de gobiernos, instituciones y sindicatos de todo el mundo, ¿qué recomendaciones hace en esos ámbitos? -Primero hay que reconocer que el problema del acoso moral es serio y existe. Luego, creo que deberían implementarse sistemas de mediación dentro de las empresas que podrían incluir al médico laboral, al director de recursos humanos y a los sindicatos a los que habría que capacitar porque todos reconocen su incapacidad para manejar la cuestión.

¿Y qué se puede hacer cuando el maltrato proviene de la dirección de esas empresas? -Cuando no es posible una mediación interna porque el acoso viene de la jerarquía hay que encontrar un mediador externo. Habría que crear un sistema público de mediación.

Si la persona acosada no logra que la empresa o el Estado la escuche, ¿qué le sugeriría que hiciera para solucionar el problema?

-En general, cuando las personas no encuentran una salida, terminan atendidas por un psiquiatra. Y el problema es pasar de una condición de enfermo a la condición de alguien que trata legítimamente de defenderse. Por eso, en tales casos, sugiero la intervención de abogados. Si tampoco así hay salida, creo, como médica, que es mejor que las personas salven su pellejo y que cambien de trabajo.



Es una solución difícil en un panorama laboral tan restringido...

-Sé que es difícil. No sólo por el empeoramiento mundial de las condiciones del mercado laboral, sino además porque las personas afectadas quieren salvar su honor y les cuesta renunciar a obtener disculpas de sus agresores. Ese anhelo de reparación moral es totalmente ilusorio.



¿Las consecuencias para la salud de las personas sometidas a este tipo de maltratos son mayores que las que generan los cambios actuales en el ámbito laboral?

-Las consecuencias sobre la salud son muy diferentes de las consecuencias del estrés. El acoso puede producir enfermedades psicosomáticas, estrés y depresión, pero también la humillación puede, a largo plazo, generar estrés postraumático como el que sufren las víctimas de atentados, agresiones o de violaciones.



Por ANA LAURA PÉREZ. De la Redacción de Clarín.

¿Cuál es la razón de que se aisle la mujer que sufre maltrato?

La mujer maltratada se aísla, no sólo de amigos y conocidos, sino incluso de su familia.
Muchas veces lo percibimos como que es una ingrata, desagradecida, e incluso orgullosa, puesto que ya no nos busca como antes. El problema es que no comprendemos realmente a la mujer maltratada, no llegamos al fondo de todas las cosas, e ignoramos (o pretendemos ignorar) que ella sufre maltrato (sea físico o verbal). El maltrato se esconde de mil maneras…

Muchas mujeres aun hoy, en pleno siglo XXI, viven en cautiverio, sin que lo notemos. Ni nos damos cuenta porque su cárcel ha sido astutamente construida por el déspota de su esposo, le ha encarcelado sus sentimientos, su autoestima, su fe en si misma y muchas veces, hasta su deseo de vivir.



Pero vive, se aferra a la esperanza de que su maltratador un día cambie, aunque muy en el fondo sabe que eso no pasará.


Mientras tanto se resigna, añorando los recuerdos de tiempos pasados en los que podía llamar y hablar con el mundo exterior sin que nadie le controlase con quien, qué y cuando. Cuando te encuentras con la mujer maltratada, ella te regala un tímido saludo, un saludo lleno de temor, mientras te dice que todo está bien. No te puede decir la verdad, no se atreve, porque aunque su carcelero no esté presente en ese momento, está presente en su vida, en todo lo que hace, y siente sus cadenas aun cuando no está presente. Su carcelero sabe controlarla, incluso cuando no está con ella. La mujer maltratada quiere, desea, y necesita la comunicación con su familia y amistades. Pero él, su maltratador, quien al principio es sutil y grosero más tarde, se ha encargado de retirarle a sus amigas, siempre tiene algo que criticar de sus amistades, de su
familia… y cada vez aleja más a la mujer de toda persona que pudiera hacerle bien. La situación es tan difícil para la mujer maltratada que Dios le ayude si intenta la comunicación a espaldas del cobarde que la hace temblar, porque si la descubre “desobedeciendo su órdenes” le espera una gran gama de insultos, humillaciones, y hasta golpes por atreverse a intentar tener una amiga, o compartir algo con una vieja amistad, de las pocas que le quedan a la mujer maltratada, porque la mujer maltratada siempre acaba aislada.

El maltratador no conoce límites, y ella no sabe ponerlos. La palabra “basta” no figura en su vocabulario, le han quitado alevosamente el derecho de hablar, de pedir, de exigir, y ni tan siquiera tiene libertad para dialogar. Calladamente se somete a todo lo que él diga. La mujer maltratada sabe que necesita ayuda, pero no puede pedir ayuda. Él la manipula para que quede entre sus redes, “nadie te va a creer”, “tienes que hacer lo que yo diga porque si te dejo nadie más se fijará en ti”, “si me das problemas vas a sufrir”, “tu familia sufrirá mucho si me das guerra, te arrepentirás toda la vida”, “nadie más te querrá, estás fea y gorda…”



El maltratador no conoce limites, y ella no sabe ponerlos, la palabra “basta” no figura en su vocabulario, le han quitado alevosamente el derecho de hablar, de pedir, de exigir, ni tan siquiera tiene la libertad de dialogar y se somete calladamente a todo lo que el diga, la mujer sabe que necesita pero no puede pedir ayuda, “quien te va a creer si yo te lo doy todo” “tienes que hacer lo que yo diga, porque si te dejo nadie mas se fijara en ti”, “si te vas no podrás vivir sin mi, nadie te querrá, estas fea y gorda”.



Uno de los factores más dañinos es el miedo a empezar de nuevo. ¿Cómo, y con qué va a empezar? Si el maltratador le ha quitado todo, los hijos visten, comen, y van a la escuela con lo que él paga… Ella no tiene dinero porque él se encargó desde un principio en hacerle creer y demostrarle que no necesitaba trabajar. Se encargó de que no pudiese ser independiente, y muy por el contrario, que siempre dependiese de él.

“No tienes necesidad de trabajar, porque para eso estoy yo” y así es, ante los ojos de todos, es el mejor proveedor, es amoroso y dedicado a su familia, ¿pero quien recuerda que ella puso su amor, su vida y su patrimonio en las manos de su esposo? Quien más debía recordarlo es él, y lo ha olvidado, o pretende olvidarlo. ¿Y qué más da, si después de todo lo material no tiene la mayor importancia? Ella soñó con el amor, la unión, el respeto mutuo… y no lo tiene.



¿Por qué nos alejamos de la mujer maltratada? ¿Por qué permitimos que la alejen de nosotros? ¿Por qué permitimos que ella se aleje? ¿Por qué no tratamos e insistimos en ayudar?



Como familiares y como amigos, pensamos erróneamente que si ella así es feliz. Y si ella está feliz con su situación, no hay motivo para intervenir. Damos por sentado que “eso es lo que ella escogió” que si no fuera feliz ya lo habría dejado, damos por sentado que las excusas que ella utiliza son ciertas, le creemos que “ese ojo morado fue un accidente” esos raspones en las piernas fueron por una “caída” después de todo, son las físicas las que podemos ver , son las físicas las que se pueden disimular… ¿Pero y las heridas emocionales? Esas heridas que no se ven pero que hacen más daño porque son dichas a cada momento, cada día y todos los días, por su esposo, el hombre que la ama, el buen proveedor, el buen padre y amigo, el profesional que sale todos los días a la oficina, clínica, o bufete de abogados a brindar la mejor de su sonrisas, la mejor de sus actuaciones, a lo mejor defendiendo a alguna mujer victima de maltrato.

¿Qué podemos hacer?
En nuestro papel de familia, amigas o conocidas de una mujer maltratada, debemos poner atención a las primeras señales de abuso, hablar con el maltratador, hacerle ver su error, buscar ayuda profesional, creo que como familiares y amigos jugamos un rol importante para hacer que el abuso y el maltrato paren, hablemos con la mujer abusada, hagámosle ver que no es normal ni lógico sufrir a manos de un déspota, dictador y machista.

¿Harías algo para ayudar a una mujer del maltrato a manos de su esposo, novio o amante?

¿Qué nos lleva a involucrarnos en relaciones tóxicas?

Por Merlina Meiler
Si estás inmerso (o inmersa) en un vínculo de pareja que te produce mucha pena y desdicha y poca alegría y buenos momentos, que en algunos momentos te hace sentir que de algún modo llegas a desdibujarte como persona en pos de mantener una armonía o comunicación ficticias, es bien probable que formes parte de una relación tóxica. Determinarlo te será de suma utilidad para desactivarla y acceder a una vida emocional más satisfactoria.

Una relación tóxica es aquélla en la cual una o las dos personas sufren mucho más de lo que experimentan dicha y placer por estar juntos. Uno de los integrantes (y en algunos casos ambos) se ven sometidos a un gran desgaste por tratar de sostener la relación.

Este tipo de vínculos provocan más insatisfacción que felicidad, y la sensación de bienestar que pueden proporcionar en escasos momentos es muy efímera ya que para vivenciarla es necesario silenciar o pasar por alto ciertas cosas que, de darles la importancia que efectivamente tienen, causarían un profundo dolor e incluso llegarían a poner en peligro la continuidad de la pareja.
Ten presente que nada bueno puede surgir de uniones entre personas que generan actitudes y emociones lacerantes que nublan tu capacidad de alcanzar la plenitud emocional que te mereces.
Las relaciones ideales entre las personas son ganar-ganar. Una relación tóxica nunca puede catalogarse como tal, son de ganar-perder y, en muchos casos, las dos personas involucradas pierden. Si tú eres quien en estos momento se está planteando si el vínculo que te causa insatisfacción y momentos desagradables es de esta índole, piensa si hay comportamientos tóxicos involucrados.
Si de a ratos preferirías no estar con esa persona porque te hiere y te entristece visceralmente, si utiliza mecanismos tales como la culpa, el sarcasmo y la burla para manipularte, si mina tu autoestima y tu capacidad de que decidas de manera individual lo mejor para ti, si has llegado al punto de no reconocerte a ti mismo, entonces eres parte de una relación tóxica y eres tú quien sin dudas pierde en esta forma de comunicación despareja.

¿Qué nos lleva a involucrarnos en relaciones tóxicas? Hay diferentes razones, a continuación detallo las más usuales:
1. La baja autoestima.
Si nuestras creencias están basadas en sentir que no somos merecedores de la atención, el respeto o el amor de otra persona, quien aparezca será considerado (o considerada) nuestra tabla de salvación, a la que nos aferraremos con uñas y dientes porque sin esta persona, ¿quién nos querrá? O ¿quién pagará nuestras cuentas? O ¿quién nos cuidará?
2. El creernos salvadores.
Fantasear que nosotros podemos cambiar a esa persona, que hemos llegado a su vida para que se transforme en otra clase de ser humano, mejor, más como nosotros queremos que sea, suponer que con nosotros se comportará de una manera diferente a la que suele hacerlo, que lograremos que se operen modificaciones impensadas, son caminos de ida hacia el sufrimiento.
Podemos ayudar a que otras personas cambien rasgos de su personalidad que les molesten, siempre y cuando se den cuenta de que este cambio los favorecería, decidan hacerlo y además quieran que los ayudemos. Lo que sí tenemos es la capacidad concreta de lograr que se produzcan cambios asombrosos en nosotros mismos si así lo deseamos: esta capacidad es innata, por lo que nada ni nadie podrá privarnos de ella nunca. Es sólo cuestión de tomar la decisión de hacerlo y poner manos a la obra.
3. El asumir el rol de víctimas.
Quién nos va a querer o a aceptar como esta persona que se digna a darnos ratos de su tiempo, o a convivir con nosotros, en definitiva, a darnos momentos su (mala) compañía cuando le place. El asumir este rol implica que estaremos generando (o aceptando) a una persona que se comportará como victimario.
4. La urgencia de muestras de cariño.
Este tipo de deseo imperioso es muy mal consejero, y se suma a la necesidad de suplir carencias profundas. A veces da como resultado el tolerar cualquier cosa por un poco de lo que atisbamos como cariño (una demostración de afecto, sexo, un regalo), pero que en realidad encubre otro comportamiento de fondo (uso, abuso, egoísmo, maltrato, falta de respeto, etc.).
5. Estar acompañado a cualquier precio.
El miedo a la soledad es el paso preliminar hacia una posible relación tóxica ya que, vuelvo a mencionarlo, toleraremos literalmente cualquier cosa con tal de no estar solos. Considero que no hay mayor sensación de soledad agobiante que el creer que uno está acompañado por alguien que le va a hacer bien cuando esto en realidad no es así y esa persona no sólo no cumple con nuestras expectativas más esenciales sino que atenta (con marcado éxito) contra nuestra calida de vida. ¿Cómo confiar en alguien que demuestra que no quiere nuestro bien? (Aunque diga otra cosa).
6. El aburrimiento.
La búsqueda de nuevas sensaciones, de una manera de alejarnos de la monotonía o de la rutina puede hacer que sólo veamos una faceta de la personalidad de quien nos atrae, la divertida y agradable que nos saca del letargo en el que estábamos, y no logramos visualizar el resto de la personalidad de quien nos atrae, en la cual hay comportamientos tóxicos que en un principio no identificamos.
Encontrar a alguien que tiene gustos similares a los nuestros es muy bueno – ¡enmascarar una relación tóxica no lo es! Una vez inmersos en un vínculo de esta índole, se nos dificulta salir porque creemos falsamente que volveremos al aburrimiento inicial…. ¡esto depende enteramente de nosotros! Hay muchas personas que comparten nuestros gustos y sueños que no precisan crear un vínculo tóxico para relacionarse.
7. La necesidad imperiosa de cumplir algún rol social
La necesidad imperiosa de cumplir algún rol social, como por ejemplo el de esposa/o, madre o padre tal vez pueda llegar a hacernos priorizar el fin antes que ver a la persona que elegimos como realmente es. Algunas veces tratamos por todos los medios posibles de enmascarar la realidad para seguir manteniendo las apariencias y la estructura social, aunque el costo interno suele ser demasiado alto.
8. El miedo a seguir avanzando en la vida.
Si tenemos un vínculo con una persona que nos pone frenos o nos cercena en nuestro crecimiento y nos estancamos en cierta área de nuestra vida (ya sea personal, laboral, espiritual o profesional) ¿no somos nosotros mismos quienes aceptamos quedarnos en una zona conocida en vez de crecer, desarrollarnos, cambiar y superarnos? Tal vez ésta ha sido tu ganancia secundaria y por eso has sostenido este tipo de comunicación por más tiempo del que quisiste o creíste poder soportar.
¿Quién dijo que amar es dar sin ninguna clase de límites? En principio hay un límite bien claro, y es el respeto y el amor a uno mismo, que está por encima de todo lo demás. Si no te quieres ni te haces valer y ensalzas a otra persona al punto de priorizarla por sobre tu bienestar y estabilidad interna, incurriendo en sacrificios estériles, integras una relación tóxica.
Si la comunicación con otra persona te hace decididamente mal, impide que desarrolles tu potencial, te frustra una y otra vez, implica que relegues deseos que son muy genuinos para ti, en síntesis, no sólo no suma sino que decididamente resta, ¿hasta cuándo seguirás tolerándola?
Amar con equilibrio es la clave hacia una vida emocional sana y placentera. Trae aparejado no permitir que persona alguna interfiera en otras actividades o áreas de nuestra vida, entender que es bien posible desarrollarse en lo que uno genuinamente desee, y además crear y disfrutar vínculos sanos con otras personas. No hay por qué dejar de lado nuestras expectativas, ilusiones, deseos y sueños por intentar sostener una situación que a las claras resulta insostenible, salvo que comprometamos nuestra integridad emocional, nuestra salud, el justo respeto que nos merecemos como seres valiosos que somos y el derecho legítimo a ser plenamente felices.
Si estás inmerso o inmersa en una situación de este tipo, tienes una salida… en realidad, muchas. Cuando tú lo decidas le podrás poner fin al sufrimiento y lograrás abrir la puerta de par en par a una realidad distinta, a un futuro lleno de concreciones, optimismo y buenos tratos.
En el caso de que te des cuenta que se ha generado una relación tóxica con un jefe o superior, tal vez no le hayas puesto punto final aún por miedo a perder el trabajo, a no poder valerte económicamente, a no encontrar otro empleo que pague tus cuentas… ¡bien se puede buscar un trabajo mientras nos vamos despidiendo de nuestro jefe tóxico!
Asimismo, siempre cuentas con la posibilidad real de decidir cambiar los términos de tu vínculo de pareja tóxico en el momento que estés preparado (o preparada) para hacerlo. Si te disocias del rol que asumiste en este vínculo (salvador, maltratado, quien-todo-lo-aguanta, perdedor, sumisa, etc.) la otra persona automáticamente cambiará su postura al tratarte ya que no encontrará el mismo eco de tu parte.
Por ejemplo, para que haya una persona en rol de victimario debe existir su contraparte, alguien que asuma el rol de víctima. Si uno de los dos desaparece, el otro pierde fuerza y cambia su postura… ¡se desintegra este par de roles! Asimismo, este cambio de roles y de conductas desactivará el poder que la otra persona tiene sobre ti.
Tal vez no te resulte fácil controlar tus emociones o sentimientos, aunque sí puedes elegir qué hacer y qué no hacer con ellos. Eres libre para decidir qué clase de relaciones y de personas te rodearán cada día de tu vida.

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